| Descripción
| En el entorno de la ciudad de Burgos, muy cercano al monasterio de San Pedro de Cardeña, en un vallejo por el que discurre el arroyo Linares, en un ramal de carretera que parte en Cardeñajimeno de la que sale de la ciudad por Fuentes Blancas, entre dos pronunciadas lomas está situado CASTRILLO DEL VAL, a 11 km de Burgos. Le prestan límites y compañía el monasterio de San Pedro de Cardeña, lo que queda de Espinosa de Juarros, San Millán de Juarros, San Medel, Cardeñajimeno y Carcedo de Burgos. Estando tan cerca del monasterio no es extraño que fuese lugar de abadengo, aunque también, según consta en el Catastro del Marqués de la Ensenada, gozó de la protección del rey. Su nombre aparece ya escrito el 9 junio de 952 en la documentación del monasterio de San Pedro de Cardeña. Según descubrimos en el Diccionario geográfico de Pascual Madoz, en el año 1848 habitaban el lugar 250 personas. El conocido aumento de población de los pueblos burgaleses en la segunda mitad del siglo XIX lo llevó a presentar en 1900 un censo de 591 habitantes. Había descendido hasta 384 en el año 1950; y la inexorable emigración reciente lo ha dejado en 120 personas en el año 2000, a pesar de la cercanía de la ciudad. Tiene dos iglesias, prueba inequívoca de la existencia de dos barrios. La que está ahora en el centro del pueblo está dedicada a Santa Eugenia, virgen y mártir. Es una hermosa fábrica renacentista, de una nave abovedada, con ventanales y ojos de buey moldurados. El ábside es rectangular con contrafuertes que se alargan en pilastrones hasta el alero, también moldurado. La portada es renacentista (1607) con pilastrones lisos y arquitrabe, con hornacina con imagen, rematada en frontón adornado con bolas, con arco de medio punto con impostas decoradas y arco moldurado, bajo pórtico abierto con dos columnas de piedra y reja de hierro. Y la torre es cuadrada, rematada en bolas, con ocho vanos (dos cegados) y dos campanas y un campanillo. Tiene una pila del siglo XVI con acanalados y molduras. El retablo mayor es clasicista de Juan de Colina en 1628. En otro barroco hay una santa Catalina del siglo XVI. Sus libros parroquiales comienzan en 1565. Sus libros parroquiales comenzaron en 1601. El padre Enrique Flórez, recogiendo una tradición del monasterio, habla de un monasterio anterior a 859: “poco antes de mediado el siglo noveno”. En el año 1148 el rey Alfonso VII le concede fueros. Hay un relieve con cruz patada, claramente visigótica. En el centro de la plaza han colocado recientemente un crucero moderno en honor al Cid Campeador. En el año 2000 aparece un libro sobre el pueblo escrito por Justino González Orihuela, nacido aquí. Sus tierras son ricas en yacimientos arqueológicos: hay tres posiblemente del Paleolítico, uno posiblemente del Neolítico y otro posiblemente de la Edad del Bronce. Además hay otros dos posiblemente Medievales y otros siete de época sin determinar.
FUENTE: AMO A MI PUEBLO, de Emiliano Nebreda Perdiguero. |
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