| Descripción del reloj
| En el último forjado de la escalera de la torre, a pocos escalones de la sala de campanas, se encuentra arrumbado, entre escombros, el antiguo reloj de Tramacastilla, junto al bastidor que antaño le sirvió de soporte. Esta no es, sin embargo, la posición original de la maquinaria, como se deduce de la inexistencia aquí de un pozo para las pesas. Como en otras poblaciones pirenaicas, el reloj debió situarse sobre la sala de campanas, en el interior del chapitel de la torre, reformado en tiempos relativamente recientes.
En cualquier caso, se trata de un pequeño reloj de herrero, que cabe atribuir al relojero jaqués de la primera mitad del siglo XIX Francisco Echecoín, por su afinidad con otros relojes firmados o atribuidos al autor. Antes de su marcha en fechas inciertas hacia tierras bajas, Echecoín trabajó en diferentes relojes del Alto Aragón, como el de la población jacetana de Asso-Veral (1834), el de la catedral de Jaca (1840 ca.) y el de la Seo de Huesca (1846). De aquí que, a la espera de estudios específicos, datemos el reloj de Tramacastilla en el entorno de 1840.
La maquinaria, cubierta de una espesa capa de suciedad, se conserva prácticamente intacta; únicamente ha perdido el péndulo y la placa en que debió figurar el nombre de su autor y su datación, quizá conservados en algún lugar del campanario. Está constituida por dos trenes: el de movimiento, accionado por un escape de áncora; y el de la sonería de las horas, con características propias de los relojes de Echecoín: el rastrillo y el caracol, y un singular retén, con una bola en el extremo a modo de contrapeso, a la que alguien todavía sumó dos piezas metálicas, que cuelgan de un alambre. |
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