El alcalde de Malanquilla, Raúl Sánchez, ayer en el campanario
Esta noche los vecinos de Malanquilla no podrán dar la campanada. La parroquia, los vecinos y el ayuntamiento de este pueblo costean los 6.000 euros que vale el sistema por el que se voltearán todas las piezas del campanario. Les hubiera gustado estrenarlo a la vez que el año, pero tendrán que esperar un mes. El sonido que emiten las cuatro campanas de Malanquilla es muy sencillo, producido por el golpeo del badajo, y se les va a colocar un motor a cada una para que den vueltas y emitan un toque más festivo.
"Los vecinos quieren que haya alegría en el pueblo", dice Raúl Sánchez, el alcalde. "No es lo mismo bandear una campana que los cuatro o cinco toques con el martillico para tocar a misa", opina. Hace casi 20 años se electrificaron y dejaron de tocarse a mano. "Los yugos eran de madera, se aflojaban y el párroco y el sacristán ya no nos dejaban", recuerda el alcalde. Pesan 264, 182, 31 y 15 kilos, e Industrias Manclús, de Valencia, hará el cambio.
"Intentamos recuperar cómo se tocaban antes, y evitando que las transmisiones pasen a la fábrica y dañen el campanario", explica Salvador Manclús. En un ordenador se programan distintas variaciones de toques, y pulsando un botón se harán sonar según el mensaje que se quiera mandar a los vecinos. "A la gente mayor el sonido de las campanas les hace estar menos solos, y en pueblos con poca densidad demográfica se sienten amparados y saben que ahí hay alguien", señala Salvador.
Durante la guerra civil muchas campanas se fundieron: "Es bronce de calidad que se usó para la industria armamentística", indica este campanero moderno.
LACÁRCEL, Silvia
Heraldo.es (31-12-2009)
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